A continuación un fragmento del cuento "Anclar el tiempo", que obtuvo el segundo premio en el Certamen de Prosa y Poesía "Prof. Oscar Grandov" del Rotary Club de San Genaro
Añoro las colillas de los primeros cigarrillos, las
cartas que me escribió Graciela (mi primera novia), el folleto
del camping de Carlos Paz dónde hicimos el amor, las entradas de las funciones
del cine club, las reseñas de las películas que vimos, el fusil FAL y los borceguíes
de mi servicio militar, el balde y la cuchara del primer trabajo de albañil.
Alguno de esos ladrillos. Y los boletos de trenes y colectivos, las remeras, las
ojotas, las medias de fútbol, aquellos calzoncillos de la adolescencia, las
hojas de afeitar, las cajitas de los rollos de fotos.
Todo aquello lo descuidé
hasta que me di cuenta del secreto poderoso que atesoran las cosas: los objetos
se relacionan con los hechos y permiten anclar el tiempo, como testigos. Fue
después de que rompimos el noviazgo, a mediados de los ochenta. Me resultó muy
duro no poder recuperar cada uno de los momentos que pasamos juntos. ¿Qué marca
de zapatillas usé el día del primer beso?¿Qué perfume usaba cuando me dejó? ¿De
qué color fue el primer preservativo? ¿Me llevó un chocolate con maní o
marmolado, cuando me visitó en el cuartel?
Entonces tomé la decisión que me
permite evitar tantos sufrimientos, y desde ese día mi vida ya no tropieza con vacíos porque conservo todos los registros. Por
eso es que me quedo con los comprobantes cuando compro algo, y también con los
envoltorios, las etiquetas, las bolsas de nylon, los manuales, los papeles de
la garantía, y con los recortes de telgopor que protegen los electrodomésticos
(uno no puede anticipar cuál será el elemento que nos puede faltar). Todo bien
clasificado, en pilas, en cajas y en carpetas, rotuladas y organizadas por
años, temas y materiales (vidrio, papel, metales, plásticos, etc.).
No hay comentarios:
Publicar un comentario